POESÍA.
RICARDO GARCIA TREVIÑO.
Viejita hermosa, hace cuarenta años, cerraste tus ojos, con aquella serenidad que nos regalaste; entregaste aquel sublime momento.
Fuerte, desafiante y acogedora, donde aquella vez, cual corriendo iba a verte por última vez, postrada en aquel lugar, al mirarte frenaste; detuviste un llanto furtivo que se dejó escapar.
No había en tu cara, un solo rasgo de dolor y angustia, con aquello dabas tu última enseñanza a tu familia dorada, valentía ante lo que no existe, como es la muerte, ya que volabas al lugar de las moradas eternas.
Ahora sé, después de cuarenta años, tal instante fue el encuentro divino con tu esposo amado, nuestro querido padre; la abuelas y los abuelos abuelo, por ello en aquel lugar no cabía la tristeza, ni el abandono, solo Tu amor; tu inmenso amor, aquel amor que nos brindaste toda tu vida.
Viejita hermosa, de tez y cabello blancos, voz enérgica y siempre valiente, tus gorditas de harina, y tu avena diaria, en aquella cocina de esfuerzos y trabajo diario que iniciaban a las cinco de la mañana, cuando se perpetraron en tu divina existencia, hoy te recordamos LOS CUARENTA AÑOS DE AYER.
DOÑA MARIA, LOS CUARENTA AÑOS DE AYER.
